Hola, me llamo Pablo y vivo en Illora-Granada. Este es mi blog del colegio. Mi maestro es Antonio Castro, que es muy bueno. Y mi colegio es el Gran Capitán.

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Hello, my name is Pablo and I live in Illlora-Granada. This one is blog of the school. My teacher is Antonio Castro, that is very good. And my school is the Great Captain.

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miércoles, 25 de abril de 2012

Mi taza

Hace un par de años, para mi cumpleaños me regalaron esta taza.
Más que una taza es un tazón redondo con asa. Es de loza blanca y brillante. No podía ser de otro color, porque es una taza del Madrid, por eso tiene dibujado el escudo en el centro y el ¡Hala Madrid! en la parte de abajo.
Desde que me la regalaron, la uso todos los días, primero para desayunar y después, por la tarde, para merendar mi leche con cereales, que me encantan.
Aunque parezca una taza normal, yo le tengo mucho cariño, porque la persona que me la regaló es muy importante para mí y por eso espero que sigamos desayunando y merendando juntos muchos años.

Un perro callejero

En la plaza del ayuntamiento estaba sentado un perro; estaba muy triste, seguramente porque lo habían abandonado. Era un perro de raza y, al acercarme, vi su nombre en el collar, se llamaba “Chuqui”. Tenía el pelo corto y sucio, a trozos del color del carbón y a trozos del color de la nieve, o dicho más seriamente, de color negro y blanco. Tenía la cabeza pequeña y las orejas puntiagudas. Sus ojos eran marrones y el hocico gordo, con una boca grande y unos dientes afilados y amarillos. Las patas las tenía largas y el rabo fino como una tripa de chorizo.
Además de todo eso, tenía una expresión tonta y antipática, aunque cuando se puso de pie y comenzó a correr y a saltar, vi que eso sí se le daba bien.

Tiburón, el perro valiente

Mi familia y yo vivimos en una granja alejada del pueblo, a la que sólo se puede llegar por un carril con bastantes baches y que en invierno es muy difícil atravesar, sobre todo cuando nieva. Allí mi padre cría muchos animales: ovejas, cabras, cerdos, caballos, conejos, gallinas, etc., que luego vende en el mercado.
Desde que me acuerdo, “Tiburón” vive con nosotros, es un collie, con el pelo marrón y blanco, muy largo y brillante y unas largas patas, que siempre está dando vueltas por la granja, entrando y saliendo de la casa; aunque lo que más le gusta es ir pegado a mi padre cuando está trabajando.
Pero el invierno pasado ocurrió algo.
Nevaba mucho y era de noche. Entonces, mi padre decidió salir a dar una vuelta a los animales y de camino traer leña para la chimenea. Mientras, mi madre preparaba la cena y mi hermano y yo jugábamos al ajedrez.
Pasó un buen rato y mi padre no volvía, por lo que mi madre, nerviosa, decidió salir a buscarle. Al momento empezó a gritar llamándonos. Mi padre había resbalado y se había golpeado la cabeza, tenía sangre y estaba inconsciente. Lo llevamos a casa, le quitamos la ropa mojada y lo metimos en la cama. Mi madre lloraba, porque no sabía qué hacer, el teléfono no funcionaba y mi padre era el único que sabía conducir.
Todos estábamos tan preocupados que no nos dimos cuenta de que “Tiburón” también había desaparecido.
Había pasado casi una hora cuando tocaron a la puerta. Era el médico que venía con una ambulancia y con Tiburón. Nos contó que Tiburón llegó a su casa nervioso, casi sin aliento, y no dejaba de ladrar y tirarle del pantalón, así que se imaginó que algo grave pasaba en la granja.
Se llevaron a mi padre al hospital y mientras mi madre estaba con él, mi hermano y yo nos quedamos con la familia del médico.
No sabemos cómo Tiburón supo donde tenía que ir y cómo pudo llegar, pero lo cierto es que salvó la vida de mi padre.

El enano gigante y el gigante enano

Esta lectura me ha enseñado que a veces podemos rechazar a otras personas sin conocerlas, y pensar que son nuestros enemigos solo porque creemos que son diferentes a nosotros, pero que si nos molestamos en conocerlos y ver cómo son, nos daríamos cuenta de que en el fondo todos somos muy parecidos y podemos llevarnos bien.

Los días de Elé

Todos los niños del mundo tienen derecho a ir a la escuela, aprender cada día algo nuevo y tener tiempo para jugar. Es muy triste que hoy en día en muchos países haya tantos niños que se vean obligados a trabajar para poder comer, mientras que en otros sitios se tira el dinero en cosas sin importancia.
Pienso que la gente que gobierna los países deberían de preocuparse más por los derechos de los niños y por su educación, porque los niños de hoy seremos adultos dentro de unos años, y de cómo vivamos ahora y de cómo nos eduquemos dependerá nuestro futuro.

Isla Encantada

En la parte más alejada de un gran océano, existía una pequeña isla que no aparecía en ningún mapa.
Sus habitantes la llamaban Isla Encantada. A simple vista era una isla como tantas otras, con su bosque, sus montañas, sus ríos, etc.. , pero en su interior había algo que la hacía distinta de cualquier otro lugar. El rey era un león, que llevaba siempre puesta una larga capa y su corona, la alcaldesa era una jirafa que iba a todos sitios con su vara de mando, los policías eran un grupo de ocho tigres, que además eran primos. Los comerciantes, el maestro, el cura, el banquero…, todos los habitantes eran animales. Había monos, elefantes, ardillas, avestruces…
Todos tenían bonitas casas y algunos tenían coche, aunque había un autobús conducido por dos monos (uno se encargaba del volante y otro de los pedales) que recorría la ciudad varias veces al día.
Llegué a Isla Encantada después de que el barco en el que viajaba naufragara. Lo primero que vi cuando abrí los ojos en el hospital fue a una hipopótama gordita que me sonreía, era la enfermera. Me dijo que no me preocupara, que no tenía ninguna herida grave. Yo no podía creer lo que estaba viendo.
Cuándo salí del hospital me encontré con una ciudad preciosa, con palmeras por todas partes y toda clase de animales, vestidos, unos con trajes, otros con chándal, haciendo una vida tan normal como la de cualquier ciudad que yo hubiera conocido. En Isla Encantada todo el mundo tenía su trabajo y eran felices. Además, todos eran muy amables conmigo. Incluso el rey, me invitó a cenar en su gran barco, y me regaló una insignia de la ciudad y cuando terminamos de cenar, me dijo que cogiese el timón. No me lo podía creer: ¡estaba conduciendo el barco de un rey león y tocando la sirena! ¡¡¡Puu, puuu, puuu!!!
-¡Pablo!, ¿no oyes el despertador?
Era mi madre, todo había sido un sueño.
Cuando me levanté de la cama, algo se me cayó del bolsillo del pijama. Era una insignia dorada con una palmera en el centro.
Todo había sido un sueño, o no.

Las galletitas

Algunas veces, cuando nos pasa algo, lo primero que pensamos es que es culpa de otro, por ejemplo, si se nos pierde algo pensamos que alguien nos lo ha quitado, en vez de pensar que nosotros no hemos tenido cuidado, y al final muchas veces nos damos cuenta de que nos habíamos equivocado. Por eso, antes de pensar mal de alguien o afirmar algo, deberíamos asegurarnos muy bien. Así no haríamos daño a otros y nosotros no nos sentiríamos avergonzados.