EL AUTOBÚS DE LA LÍNEA 9

La semana pasada fui a Granada y me monté en un autobús. Es un autobús urbano de la empresa Rober, de los que la gente que vive en las ciudades usan para ir de un lado a otro de la ciudad. Como todos los autobuses, es alargado, de forma rectangular y con grandes ventanales a ambos lados. Es rojo por fuera y por dentro es de color gris. Los asientos son rojos con líneas grises.
La cabina del conductor queda cerrada por cristales y justo enfrente está la puerta de entrada. Hay asientos a cada lado, las primeras filas tienen un solo asiento y el resto van de dos en dos. Tiene otras dos puertas, además de la de entrada, una en el centro y otra al fondo para bajar del autobús. También hay bastante espacio en el centro y al final para que, cuando no haya asientos libres, la gente se pueda quedar de pie y agarrarse a las barras.Tengo que montarme en uno de ellos una vez al mes para ir al dentista y lo que más me gusta es tocar el botón para que el conductor pare.

LA RECONCILIACIÓN

Estamos en el año 1850. Eva y Laura son dos hermanas de ocho y cinco años, que viven en una pequeña aldea rodeada por un frondoso bosque, que deja pasar brillantes rayos de sol. Las dos hermanas tienen una bonita cara redonda con mejillas sonrosadas. Son rubias y tienen el pelo rizado, aunque Eva lo tiene bastante largo y la pequeña Laura lo lleva más corto.
Como sus padres tienen que trabajar todo el día en la nueva fábrica textil, Eva tiene que cuidar de su hermana. Pero una mañana de otoño las dos hermanas se enfadaron y Laura se marchó de la casa llevándose su pequeño caballo de juguete y acompañada por su gatito Mao. Eva empezó a preocuparse cuando a la hora de comer Laura no apareció. Salió de la casa y empezó a buscarla por todos los alrededores. Después de llevar un buen rato buscándola consiguió encontrarla en un pequeño camino que conducía a la aldea.
Las dos pasaron tanto miedo, una por no encontrar a su hermana pequeña y la otra por no poder encontrar el camino de casa, que cuando se encontraron, ya no recordaban porqué se habían enfadado y se dieron un gran abrazo llenas de alegría.

BART SIMPSON

Bart es un personaje de una serie de dibujos animados americana.

Es un niño de 10 años que vive en Springfield con su familia.

Mide aproximadamente 1,40 m. y es de constitución normal, ni gordo ni delgado, aunque tiene los brazos y las piernas un poco cortos. Su cara es rectangular y la frente, aunque no se le distingue bien, parece ancha. Su pelo es corto, puntiagudo y rubio, de un color amarillo fuerte, igual que su piel. No tiene cejas y sus orejas y nariz son pequeñas y redondas, en cambio, su boca es grande, sobre todo la mandíbula superior. Cuando habla, solo se le ven los dientes de arriba, que son grandes, blancos y parejos. Los ojos son también redondos, pero grandes y saltones.

Normalmente viste con una camiseta naranja, pantalones cortos azules y zapatillas de deporte también azules.

Bart es un niño bastante inquieto, que se pasa el día pensando en nuevas travesuras y no le gusta mucho el colegio. Aunque es un poco rebelde y desobediente, en el fondo tiene buen corazón y cuando ve que alguien está pasándolo mal intenta echarle una mano y ayudarle.

Lo que más le gusta, además de no ir al colegio, es hacer skateboard, jugar con sus amigos, gastar bromas, ver la televisión (sobre todo el programa de Krusty el payaso) y hacer grafitis por la ciudad.Es un niño muy divertido, aunque un poco trasto.

CONCLUSIÓN FINAL DE POETAS Y AVIADORES

Ivo, con sus poemas, tranquilizó al piloto. Cuando nos encontramos con una situación difícil es importante saber controlarla y afrontarla para resolverla de la mejor manera posible.

CONCLUSIÓN FINAL CON LA ESCOBA

Hay que ser honrado y trabajador, pero también un poco ambicioso y no desaprovechar las oportunidades que se presenten para mejorar tu vida y prosperar.

LOS HABITANTES DEL MAR

Pececito y Caracol eran dos amigos que vivían en el fondo de una pequeña cala. Era un lugar precioso y tranquilo, donde vivían una enorme cantidad de especies. El fondo estaba lleno de corales, algas y bonitas rocas; hasta que hace unos años construyeron allí un puerto deportivo que lo cambió todo.

Siempre había muchos barcos atracados en el puerto y hasta construyeron un gran restaurante. Y toda la basura que producían iba a parar al fondo de la cala.

Poco a poco el hogar de Pececito, Caracol y el resto de sus amigos se fue convirtiendo en un vertedero. Las plantas empezaron a morir y muchos de los animales tuvieron que marcharse de allí.

Pececito y Caracol estaban desesperados, no sabían qué hacer. Pero un día tuvieron una idea: corrieron la voz de que iba a haber una reunión en la gran roca para buscar entre todos una solución, y lo consiguieron.

Trajeron con la ayuda del Sr. y Sra. Delfín una gran red abandonada y entre todos los peces, caballitos de mar, estrellas y todo el que estuvo dispuesto a ayudar, la llenaron con toda la basura que se había acumulado y la subieron a la superficie. Allí la cogieron de cada extremo el Sr. Gaviota y sus hijos y la llevaron hasta el centro del puerto. La dejaron caer y encima colocaron un gran cartel que D. Papagayo había escrito (aprendió a escribir cuando estuvo viviendo con un temible pirata) con la tinta del Sr. Pulpo Pol y con una pluma de la cola de la Sra. Cigüeña, que decía:

OS LA DEVOLVEMOS,

ES VUESTRA Y NO LA QUEREMOS.

LOS HABITANTES DEL MAR

A la mañana siguiente, todas las personas que vivían y trabajaban en el puerto, se quedaron sorprendidos al ver lo que contenía la red y el mensaje que había sobre ella, pero sobre todo se sintieron avergonzados.

Colocaron papeleras y contenedores y quedó terminantemente prohibido arrojar nada al mar.

Así Caracol y Pececito, con la ayuda de todos sus amigos, consiguieron que su hogar volviera a ser un bonito, limpio y saludable lugar para vivir.

Mariano

Mariano no siempre ha vivido en la calle. Dicen los que lo conocen desde hace muchos años, que cuando era joven trabajaba de electricista y se ganaba bien la vida. Se compró una bonita casa en la que vivía con su mujer y su hija y era un hombre feliz.
Pero un día, sin que nadie sepa porqué, empezó a beber. Cada día bebía más, hasta que llegó un momento en que no era capaz de trabajar. Cada vez tenía más deudas y maltrataba a su familia. Hasta que un día su mujer y su hija se fueron y Mariano perdió la casa por culpa de las deudas.
Desde entonces, se pasa el día sentado en la puerta de una iglesia pidiendo limosna. Come a veces en un albergue y se viste con la ropa que le dan allí. Todo lo que tiene cabe en dos bolsas que siempre lleva encima y suele dormir en un banco de la plaza.
Nunca se le ve sonreír, y la gente que pasea por la noche dice que llora algunas veces.
Es muy triste, porque se ve que no es mala persona, solo que ha tenido mala suerte.