Cuando al espantapájaros casi solo le quedaba su corazón de granada, el labrador se acercó enfadado a él, y de pronto un rayo que venía del cielo cayó sobre los dos, convirtiendo al labrador en una gran piedra tan dura como su corazón y al espantapájaros en un joven guapo y amable al que todos, animales y personas querían y respetaban.
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