MI MEJOR AMIGO
Me
llamo Pablo y soy un niño bastante normal. Ni gordo ni delgado, ni alto
ni bajo, con un pelo castaño normal y unos ojos marrones normales. Pero
cuando era pequeño, era bastante más tímido de lo normal y tenía pocos
amigos. Casi siempre estaba solo y mis padres estaban preocupados.
Por eso, cuando cumplí 6 años, decidieron regalarme un perro, pensando que con él podría jugar, y que me sentiría menos solo.
Fuimos
los tres a una protectora de animales, y nada más llegar vi a Rufo. Era
un podenco de unos 6 años, al que sus dueños habían abandonado. Era de
color marrón con manchas blancas y unos ojos muy tristes con los que se
me quedó mirando. Tuve claro que ese perro era para mí. Y así llegó Rufo
a casa.
Al
principio, era todavía más tímido que yo y casi no se movía de su
rincón, pero poco a poco nos fuimos conociendo y aprendimos a confiar
uno en el otro.
Rufo me esperaba en la puerta del colegio, volvíamos a casa juntos y nos pasábamos el día jugando.
Me enseñó a confiar en los demás y me ayudó a hacer nuevos amigos.
Rufo
ya está mayor y no puede correr como antes. En vez de ir a esperarme a
la puerta del colegio, me espera en la puerta de mi casa. Cuando me ve
levanta las orejas y empieza a ladrar, viene despacito y me lame las
manos.
Ahora
tengo muchos amigos y salgo más con ellos, pero a ninguno quiero tanto
como a Rufo y sé que ninguno me quiere tanto como Rufo me quiere a mí.
Pablo me ha gustado mucho esta historia.
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